De: Un loco Para: Un desgraciado
¿Qué harías si por tu propia mano tu mataras a tus padres? Pero sin duda alguna has pensado en querer hacerlo ¿verdad? querer
asesinarlos, pues yo los he matado, ¡Sí! A mis padres, y es en esta habitación
en la que me encuentro miro como es que torna de un rojo hermoso la sangre de
mis padres, que hace ver una extraña y
bella ilusión con la luz del día, similares esos primeros rayos de sol que caen
cuando comienza a atardecer en días de verano, de alguna manera es difícil
poder explicar esos tonos rojos, que juegan en mis ojos, más ahora eso no me
interesa.
Recuerdo antes cuando mi padre vivía no solíamos hablar mucho y cuando
lo hacíamos, él en la mano tenía una botella de licor que, al acabar terminaba
por estrellarla en mi rostro, aún recuerdo la sensación de aquellos vidrios
incrustados en todo mi rostro, esa sensación de dolor que es comparable
al hormigueo de una pierna dormida, solo que esa sensación perdura. Recuerdo
bien que hace un par de horas estabas vivo pidiendo piedad a mí tu hijo que
siempre pedía piedad mientras me golpeabas hasta dejarme casi muerto
¿porque tendría que darte piedad?, tú me decías que no existe piedad aquí en
este infierno llamado tierra, más que en ese lugar en donde todos los muertos
llegan cansados y quieren aliviar ese cansancio que los embargó durante mucho
tiempo aquí en esta vida. Recuerdo esa sensación placentera cuando hundía en tu
garganta ese afilado cuchillo que mamá tenía guardado en la cocina y que jamás
ocupo, debido a que su profesión olvidaba que tenía algo llamado
"familia" y jamás pude llegar a probar algo de ella; escucho aun en
mi mente ese sonido sofocante que luchaba para querer respirar. Más aun considero
que el matar a mi padre fue lo que mas deseaba,
ya que no solo una ocasión mire que golpeaba a mi madre de manera que
los recuerdos más oscuros de mí padre en ese momento me invadían mientras yo hundía
ese cuchillo en su cuello, tal vez por eso es que me llenaba de placer ese momento
desahogar todos esos años que nunca pude mirarlo como padre.
Si bien estas eran mis razones, mi madre fue con la persona que quise
acercarme más lo que me orillo a asesinarla fue que siempre las personas me hacían
malos rostros, e incluso llegó a tener
miedo de salir por aquella ocasión en la que Alfonso me golpeo, debido a que me
decía que yo tenía una porquería de familia en especial por la zorra de mi
madre que le gustaba romper hogares. En ese momento no entendía porque es que Alfonso
siendo mi amigo me decía esto, tiempo después pude comprender que mi madre tenía
una aventura con el padre de Alfonso, yo no podía entenderlo y fue lo que me partió
a mí y llegar a sentirme culpable, me sentía tan sucio como si hubiera tropezado
en un charco de lodo y no haberme bañado por durante días. Fue pasando el
tiempo y ya no le daba importancia a esto, debido a esto yo había comenzado a
beber, a fumar y de vez en cuando inhalar alguna de esas sustancias que traía alguno
de los amigos con los que yo estaba.
Una ocasión que estaba con mis amigos comentaba una de sus tantas experiencias
sexuales de las que se enorgullecían, así
que pues comencé a escuchar entre morbo e ideas que pasaban por mi mente como
una película pornográfica. Recuerdo que le pregunte a Rodrigo como era ya que
él siempre conseguía las mujeres más bellas del pueblucho, él sin dudar me la describía
como una señora como de 35 años, aunque él veía que se veía de menos, de un
hermoso y largo cabello castaño, de unos ojos aceitunados; parece estúpido que
cuente esta parte que no quisiera recordar, ya que de la persona de quien
hablaban era de mi madre, de manera que me aleje de ellos. Tiempo después pude
saber que mi madre era prostituta, eso fue lo que más rabia me dio, ¿No era lo más correcto matarla? ¿Por qué no? Si por ella muchos de mis problemas y
rompimiento de mis amistades fueron gracias a ella, y por ella muchos nunca
llegaron a comprender, y es por eso que tú fuiste la persona que no quería matar
pero tenía que hacerlo por estos y otros problemas que me niego a hablar. Llorando
hundía este cuchillo en tu vientre tantas porquerías que llego a engendrar, tú
me diste mucho sufrimiento al hacer esto.
Solo falta una cosa por hacer, que yo muera mientras rodeo mi cuello con
esa soga que está a la esquina de la habitación, y solo dejarme caer es el último
y pequeño gran reto de entrar a la otra vida, esperando que no sea otro
infierno como este.
-Tavo Daniel