martes, 21 de enero de 2014

De: Un loco Para: Un desgraciado


¿Qué harías si por tu propia mano tu mataras a tus  padres? Pero sin duda alguna  has pensado en querer hacerlo ¿verdad? querer asesinarlos, pues yo los he matado, ¡Sí! A mis padres, y es en esta habitación en la que me encuentro miro como es que torna de un rojo hermoso la sangre de mis padres, que hace ver  una extraña y bella ilusión con la luz del día, similares esos primeros rayos de sol que caen cuando comienza a atardecer en días de verano, de alguna manera es difícil poder explicar esos tonos rojos, que juegan en mis ojos, más ahora eso no me interesa.

Recuerdo antes cuando mi padre vivía no solíamos hablar mucho y cuando lo hacíamos, él en la mano tenía una botella de licor que, al acabar terminaba por estrellarla en mi rostro, aún recuerdo la sensación de aquellos vidrios incrustados en  todo mi rostro, esa sensación de dolor que es comparable al hormigueo de una pierna dormida, solo que esa sensación perdura. Recuerdo bien que hace un par de horas estabas vivo pidiendo piedad a mí tu hijo que  siempre pedía piedad mientras me golpeabas hasta dejarme casi muerto ¿porque tendría que darte piedad?, tú me decías que no existe piedad aquí en este infierno llamado tierra, más que en ese lugar en donde todos los muertos llegan cansados y quieren aliviar ese cansancio que los embargó durante mucho tiempo aquí en esta vida. Recuerdo esa sensación placentera cuando hundía en tu garganta ese afilado cuchillo que mamá tenía guardado en la cocina y que jamás ocupo, debido a que su profesión olvidaba que tenía algo llamado "familia" y jamás pude llegar a probar algo de ella; escucho aun en mi mente ese sonido sofocante que luchaba para querer respirar. Más aun considero que el matar a mi padre fue lo que mas deseaba,  ya que no solo una ocasión mire que golpeaba a mi madre de manera que los recuerdos más oscuros de mí padre en ese momento me invadían mientras yo hundía ese cuchillo en su cuello, tal vez por eso es que me llenaba de placer ese momento desahogar todos esos años que nunca pude mirarlo como padre.

Si bien estas eran mis razones, mi madre fue con la persona que quise acercarme más lo que me orillo a asesinarla fue que siempre las personas me hacían malos rostros, e incluso  llegó a tener miedo de salir por aquella ocasión en la que Alfonso me golpeo, debido a que me decía que yo tenía una porquería de familia en especial por la zorra de mi madre que le gustaba romper hogares. En ese momento no entendía porque es que Alfonso siendo mi amigo me decía esto, tiempo después pude comprender que mi madre tenía una aventura con el padre de Alfonso, yo no podía entenderlo y fue lo que me partió a mí y llegar a sentirme culpable, me sentía tan sucio como si hubiera tropezado en un charco de lodo y no haberme bañado por durante días. Fue pasando el tiempo y ya no le daba importancia a esto, debido a esto yo había comenzado a beber, a fumar y de vez en cuando inhalar alguna de esas sustancias que traía alguno de los amigos con los que yo estaba.

Una ocasión que estaba con mis amigos  comentaba una de sus tantas experiencias sexuales de las que se enorgullecían,  así que pues comencé a escuchar entre morbo e ideas que pasaban por mi mente como una película pornográfica. Recuerdo que le pregunte a Rodrigo como era ya que él siempre conseguía las mujeres más bellas del pueblucho, él sin dudar me la describía como una señora como de 35 años, aunque él veía que se veía de menos, de un hermoso y largo cabello castaño, de unos ojos aceitunados; parece estúpido que cuente esta parte que no quisiera recordar, ya que de la persona de quien hablaban era de mi madre, de manera que me aleje de ellos. Tiempo después pude saber que mi madre era prostituta, eso fue lo que más rabia me dio,  ¿No era lo más correcto matarla? ¿Por qué  no? Si por ella muchos de mis problemas y rompimiento de mis amistades fueron gracias a ella, y por ella muchos nunca llegaron a comprender, y es por eso que tú fuiste la persona que no quería matar pero tenía que hacerlo por estos y otros problemas que me niego a hablar. Llorando hundía este cuchillo en tu vientre tantas porquerías que llego a engendrar, tú me diste mucho sufrimiento al hacer esto.


Solo falta una cosa por hacer, que yo muera mientras rodeo mi cuello con esa soga que está a la esquina de la habitación, y solo dejarme caer es el último y pequeño gran reto de entrar a la otra vida, esperando que no sea otro infierno como este. 

-Tavo Daniel

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